Hechizos de Amor

Hechizo para ver el futuro, si serás feliz o no con tu pareja

Si buscas saber más de tu pareja, recurre a este hechizo para ver el futuro, si serás feliz o no con tu pareja.

Para ello, tienes este amarre para que controles a tu pareja por medio de los presagios.
Con este ritual sabrás si serás feliz con la (él) que crees es tu alma gemela.
Que es la forma más sencilla, sutil y acertada de adivinación al alcance de aquellos que tienen el alma conectada al universo.
Pueden considerarse buenos o malos dependiendo de su interpretación y el contexto del hecho.
Los presagios, al ser sucesos simples del día a día son a veces imperceptibles.
Pero, definitivamente notarán alguna de sus formas.
En la antigua Roma eran muy tomado en cuenta, aunque hoy solo se les conoce como supersticiones:
«Oír voces, frases misteriosas acertadas con los pensamientos del oyente.
Y el peor de los casos es no poder identificar a la persona que las pronunciaba».

Hechizo para ver el futuro

La convulsión repentina del ojo derecho y de las cejas, se reputaba feliz presagio.
El entumecimiento o inmovilidad del dedo meñique.
O el temblor agitado del pulgar de la mano izquierda no significaba nada favorable.
Los zumbidos de los oídos y los murmullos.
O estruendos imperceptibles para los demás era señal de que alguna persona hablaba de otra en su ausencia.
Las caídas imprevistas era el acercamiento de algún suceso desgraciado que pudieran suscitar los codiciosos.
Tanto si tropezaba el pie contra el umbral o escalón de la puerta a tiempo de salir a la calle.

Hechizo para ver el futuro

Como si se rompía la cinta del calzado o bien.
Al levantarse de su asiento se sentía prendido por la ropa, todos estos accidentes, eran signos de mal agüero.
El encuentro con hormigas, abejas… indicaban feliz presagio.
Pero no era así en el caso de las culebras, zorros, gatos, perros… pues denotaban un pronóstico desgraciado.
Como en todo tiempo y ocasión eran indispensables los presagios, su uso se hizo tan general.
Que según se ha dicho, se tomaban al tiempo de comenzar cualquier trabajo o faena.
Pero no bastaba observar los presagios, era preciso aceptarlos cuando parecían favorables a fin de que produjeran su efecto.
Se necesitaba tributar las más cumplidas gracias a los dioses que habían dado los presagios.
Pidiéndoles que los cumplieran.
Y rogándoles al propio tiempo siguieran acordando nuevos felices prestigios que confirmaran.
O fuesen tan gratos como los primeros.
Más si el presagio se mostraba funesto o impertinente se desechaba la idea con horror.
Se remediaban los malos presagios de varios modos.
Para borrar en el ánimo los efectos de un discurso.
O evitar la repugnancia que causara la vista de cualquier objeto desagradable.
Era uno de los medios más frecuentes, salivar o arrojar un esputo en el instante.
No pudiéndose excusar el uso de ciertas palabras o frases de mal agüero…
Se tomaba la precaución de indicar con la higa o por el gesto o la acción que se desechaban con aborrecimiento.
Como igualmente todo lo que pudiese presagiar cosas funestas.

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